- Vámonos, Giosué, vámonos.
- ¿Por qué aquí los judíos y los perros no pueden entrar, papá?
- A ellos los judíos y los perros no les gustan porque cada uno hace lo que quiere, Giosué. Ahí hay otra tienda, una ferretería. Y ahí, por ejemplo, no dejan entrar ni a los españoles ni a los caballos, ¡ja! Y ahí hay una farmacia, ¿no? Pues ayer estaba con un amigo, un chino que tiene un canguro y les dije ¿se puede entrar? Y dicen ¡no!, aquí a los chinos y a los canguros no los queremos. ¡Les caen mal!
- Pero nosotros dejamos entrar a todo el mundo a la librería.
- ¡No! Mañana mismo también pondremos un cartel. A ver, dime algo que te caiga mal.
- Las arañas. ¿Y a ti?
- ¿A mí? Los visigodos. A partir de mañana vamos a prohibir la entrada a las arañas y a los visigodos. ¡Bah, me tienen frito los visigodos. Se acabó!
La vida es bella (Roberto Benigni, 1997)
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