A Benito Pérez Galdós (1843-1920) se le recuerda hoy, con todo merecimiento, como novelista. No en vano, de su prolífica pluma han salido algunos de los volúmenes fundamentales de las letras hispanas, como Fortunata y Jacinta , Tristana , Miau o Trafalgar , obra esta última que, por cierto, abre sus Episodios Nacionales , colosal ejercicio de fusión entre novela e historia. Pero por si todo esto no fuera suficiente para reservarse un puesto en el olimpo escritoril patrio, también desarrolló una (tan exitosa en su tiempo como injustamente olvidada hoy) carrera dramatúrgica. “ Yo enjaretaba dramas y comedias con vertiginosa rapidez, y lo mismo los hacía en verso que en prosa ”, afirmó él mismo en su autobiografía Memorias de un desmemoriado , los que nos da una idea de su gusto por este género. Su mayor éxito en las tablas fue Electra , estrenada el 30 de enero de 1901 en el Teatro Español de Madrid. Narra la historia de una joven huérfana tutelada por un siniestro jesuíta que...
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