El gran desierto (James Ellroy)

 

Los Ángeles, 1950. Danny Upshaw es un joven y prometedor detective obsesionado con el caso de un brutal asesino en serie de homosexuales. Buzz Meeks es un expolicía aficionado al juego que trabaja como chico para todo a sueldo de uno de los más poderosos narcotraficantes de la ciudad. Mal Considine es un sargento de policía que tiene la gran oportunidad para un ascenso en una comisión que, al rebufo de la caza de brujas de unos años atrás, investiga los lazos del comunismo con la industria cinematográfica. Los caminos de estos tres personajes y sus historias acaban confluyendo, con el telón de fondo de la corrupción, la violencia la represión política y la homofobia que impregna a la sociedad estadounidense de la época, y que James Ellroy (1948) retrata como pocos saben hacer. 

El gran desierto llevaba ya unos cuantos meses en mi biblioteca, esperando pacientemente su turno sin que me acabara de decidir a abrirlo. Ni es un tipo de literatura que me atraiga de forma especial ni tampoco (pese a su categoría, que tampoco seré yo ahora quien ponga en duda) lo hace su autor. Pero por fin me decidí y, tras un proceso de lectura largo y lleno de vaivenes, le pongo un aprobado. Como este es mi blog y escribo de lo que me da la gana, mis reseñas son un descarado ejercicio de subjetividad; reflejan mi opinión y punto. En este caso también va a ser así, pero quiero apartarme un momento de esa línea para destacar, desde un punto de vista objetivo, la enorme complejidad de levantar una novela como esta y lo magistralmente que lo hace Ellroy. Su dificultad radica en que está conformada por tres tramas y múltiples personajes que se entrecruzan y en las que, además, la ficción de las mismas es salpicada con frecuencia por hechos reales. 

Y si para su autor debió ser difícil armar el libro, para nosotros, como lectores, también lo es seguir todos los hilos sin que nos perdamos por el camino. Es una novela que nos exige atención y continuidad, no puedes dejarla ni tres días aparcada en la mesilla de noche porque si lo haces, cuando vuelvas a ella lo más probable, sobre todo si tienes memoria de pez como yo, es que te hayas perdido en sus recodos. 

Es una novela, en resumen, densa y que por momentos me tentó a abandonarla definitivamente, pero su brutal desenlace me resarció de todas las penalidades. Porque el final es un espectáculo en dos sentidos: primero porque nos desvela los pasos y motivaciones del asesino dando respuesta satisfactoria a todas las interrogantes y segundo por el acto de amor absoluto que realiza el personaje del que menos hubieras imaginado ese comportamiento dados sus antecedentes. 

Publicada en 1988, El gran desierto es la segunda entrega del Cuarteto de Los Ángeles, saga que se inicia con La dalia negra y que, tras la que nos ocupa, continúa con L.A. Confidential, por lo que después de leerla es una buena opción completar la experiencia con el revisionado de la gran película de Curtis Hanson. La colección se cierra, por si te quedas con ganas de más, con Jazz blanco.

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