Para la libertad


 Estos meses lleva circulando por los teatros de España Para la libertad, una obra de Okapi Producciones que, a modo de homenaje a Miguel Hernández, nos narra la vida del poeta oriolano teniendo como vehículo conductor las canciones que compuso Joan Manuel Serrat basadas en algunos de sus poemas más recordados. Pues bien, este sábado su periplo le llevó al Teatro Principal de Alicante y tuve la ocasión de disfrutarla.

Y digo bien: disfrutarla. Porque es una obra que merece mucho la pena. Con tan sólo tres actores, la dirección de Gabriel Fuentes, Daniel Molina al frente de la música y una escenografía sencilla, Para la libertad nos sumerge en los avatares del poeta, desde que comienza sus amoríos con Josefina Manresa hasta su fallecimiento, de una forma solvente, amena y muy bien hilvanada. Daniel Ibáñez (que está en un gran momento profesional, no en vano interpreta también a Jota en Segundo premio, la película que representará a España en los Oscar) da vida a un muy creíble Miguel Hernández, ofreciéndonos un retrato que es simpático, duro, tierno, emocionante y cruel, tirando de cada uno de estos adjetivos en el momento preciso. Además, hace gala de un gran talento musical en las canciones que salpican la historia, bellas reinterpretaciones de las que compuso en su momento Serrat y que, en mi opinión, suenan, por su desnudez, aún con más brillo. Estos momento musicales están muy bien enlazados con la trama, no suenan como postizos, como sucede a veces con este tipo de obras, como también ocurre con los poemas que va desgranando y cuyos ejemplo más contundentes son Aceituneros o la Elegía a Ramón Sijé.

A Daniel Ibáñez le acompañan Eva Rubio (a la que pudimos ver en El buen patrón) y Pablo Sevilla, interpretando ambos magistralmente a un amplio abanico de personajes que, pese a tener detrás a la misma persona, poseen personalidades propias. Eva Rubio se mueve desde la simpática y abnegada candidez de Josefina Manresa al descaro de Maruja Mallo, mientras que Pablo Sevilla encarna con talento a unos reconocibles Pablo Neruda, Octavio Paz o Cossío.

En su hora y media de duración sufrimos con el protagonista su hambre, sus intentos por hacerse un nombre en el mundo de la poesía, sus padecimientos en el frente y en la cárcel o su rabia por las injusticias, pero también nos emocionamos con su sensibilidad de hombre bueno, que incluso es capaz de arrancarnos alguna sonrisa y no sólo de amargura.

Así que ya sabes. Si tienes la suerte de que este espectáculo llega a tu ciudad no pierdas la ocasión de hacerte un teatro porque no te arrepentirás.

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