Las aventuras de un libro vagabundo (Paul Desalmand)

 

Ya dije en una ocasión que un libro no es sólo un libro sino que contiene tres historias, una de las cuales es la del vínculo que el lector establece con él mediante las sensaciones que le provoca y las vivencias que le acontecen mientras lo lee. Pero ¿y si esto fuera de doble sentido? ¿Y si el libro también se vinculara de alguna forma con su lector? Pues esto es lo que nos cuenta Paul Desalmand en Las aventuras de un libro vagabundo

El francés Paul Desalmand (1937-2016) fue maestro de escuela antes que escritor, y su faceta literaria se dirigió sobre todo a las obras de divulgación artística o histórica o a la filosofía. En 2010 publica la que sería su primera y, hasta donde he podido averiguar, única novela, Las aventuras de un libro vagabundo, que es la que traigo hoy. 

En 1983, con 250 gramos de peso, nace el libro que, en primera persona, nos cuenta su vida desde aquel momento en el que es creado hasta que muere sumergido en las aguas de un río africano. Y me permito este spoiler porque ese fin es, en realidad, lo de menos. Lo interesante es que tiene la fortuna de haber sido leído por una treintena de personas distintas, que es mucho más de lo que puede desear cualquier libro. Su primer lector fue un anciano con una pata de palo al que le gustaba leer junto a la ventana de su apartamento de Montmartre, desde la que se divisaban los tejados de buena parte de París. El último, un inmigrante africano que, precisamente por salvarle de ser destruido en la trituradora, es deportado. 

Entre uno y otro pasa por las manos de una chica a la que le gustaba el color azul, la crema Ambre Solaire y leer desnuda. Por las de un médico iraní que, pese a ser un hombre de ciencia, también es un fanático religioso y está a punto de quemarlo por blasfemo. Por las de un taxista amante de la literatura.Por las de un vagabundo que lee a sus compañeros de miserias debajo del puente en el que duermen o, como muestra de lo democrático que es un libro, incluso por la biblioteca personal del Presidente de la República. Entre dueño y dueño también pasa temporadas en librerías de viejo en las que, al caer la noche, cuando el librero baja la persiana, se establecen curiosas conversaciones entre todos sus inquilinos de papel. 

Con una premisa tan original, la novela constituye toda una declaración de amor de Desalmand hacia los libros y hacia la literatura y una mordaz crítica, por contrapartida, a la industria editorial. La cara y la cruz de una misma moneda. Hablando por boca de tan peculiar protagonista, el autor intercala en la narración anécdotas sobre escritores y citas célebres de forma bastante amena, componiendo así una obra que se lee muy fácil pese a que contiene muchos temas para la reflexión. Sí es cierto que esperaba que ahondara algo más en las relaciones del libro con cada uno de sus lectores pero, como dice el propio Desalmand, "quiero dar alas a la imaginación. Lector, ¿acaso alguien te impide escribir ese capítulo que crees que falta, o esa anécdota que consideras indispensable?".

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