La premisa de inicio del álbum, con un Tintín que es solicitado por las autoridades para acabar con la delincuencia que asola Chicago, es demasiado inverosímil, pero pronto nos olvidamos de ello y nos introducimos en una historia repleta de acción y de gags cómicos que nos llevan desde las populosas calles de Chicago al Lejano Oeste al más puro estilo Hergé, pero también de una ácida crítica al capitalismo americano desde el humor, sí, pero con un profundo trasfondo. Uno de los momentos más simpáticos es cuando los indios pies negros no pueden declarar hostilidades a Tintín porque su gran jefe no recuerda dónde enterró el hacha de guerra, o la parodia que realiza de los detectives tan en boga en la época, que en un momento es capaz de averiguar la edad, la ropa interior que usa y el acento que tiene el secuestrador de Milú. Luego se verá si sus deducciones son ciertas.
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