Francis Bacon (Dublín, 1909 - Madrid, 1992) dejó siempre claro que su pintura comenzó, en realidad, en sus variaciones sobre el Retrato de Inocencio X de Velázquez, que realiza entre 1950 y 1953. Según él mismo dijo, entonces sólo conocía el cuadro a través de fotografías en blanco y negro o tonos sepia, y comenzó a trabajar sobre él por una cuestión obsesiva. "Es un cuadro que siempre me ha hechizado, compré foto tras foto de él. Es uno de los más grandes retratos que se ha pintado nunca", aseguró el irlandés. Por fin tuvo la oportunidad de ver la obra original en Roma en 1962, y subrayó como nota fundamental del lienzo la magnificencia del color.
El retrato que Velázquez realiza en 1650, durante su segundo viaje a Italia, representa a Gian Battista Pamphili, que había subido al trono papal seis años antes con el nombre de Inocencio X. En él aparece sentado, sí, pero con una tensión que se manifiesta por los brazos apoyados en los reposamanos y la mirada alerta, como si estuviera a punto de perder la paciencia o retando al espectador.
Study after Velázquez's Portrait of Pope Innocent X
Francis Bacon
1953
Óleo sobre lienzo
Des Moines Art Center, Iowa, USA
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