Casa - Museo de Antonio Machado (Segovia)

 Cuando uno piensa en Antonio Machado siempre se le vienen a la cabeza Sevilla y Soria, pero su labor docente también le llevó a Segovia, ciudad a la que llegó en 1919 procedente de Baeza y en la que ejerció de profesor de francés en el Instituto General y Técnico hasta 1932. Su llegada fue muy celebrada en la localidad, muestra de lo cual lo da el recibimiento que le brinda El Adelantado de Segovia: “Mucho celebraremos que encuentre grata su estancia en esta vieja ciudad castellana, donde seguramente hallará motivos de inspiración el genial poeta”. 

Fue una etapa bastante prolífica en cuanto a creación literaria (sobre todo en lo que a dramaturgia se refiere) y en la que el poeta tomó parte activa en la vida cultural de la ciudad, participando en tertulias y colaborando en la creación de la Universidad Popular Segoviana. También mantuvo su compromiso político, que tuvo su punto culminante cuando, el 14 de abril de 1931, iza, junto a Antonio Ballesteros, la bandera de la República en el balcón del Ayuntamiento de Segovia. Así lo atestigua el propio poeta más tarde, cuando narra que "fue un día profundamente alegre. Muchos que ya éramos viejos no recordábamos otro más alegre, un día maravilloso en que la naturaleza y la historia parecían fundirse para vibrar juntas en el alma de los poetas y en los labios de los niños. Mi amigo Antonio Ballesteros y yo izamos en el Ayuntamiento la bandera tricolor. Se cantó La Marsellesa; sonaron los compases del Himno de Riego. La Internacional no había sonado todavía. Era muy legítimo nuestro regocijo. La República había venido por sus cabales, de un modo perfecto, como resultado de unas elecciones. Todo un régimen caía sin sangre, para asombro del mundo. Ni siquiera el crimen profético de un loco, que hubiera eliminado a un traidor, turbó la paz de aquellas horas. La República salía de las urnas acabada y perfecta, como Minerva de la cabeza de Júpiter. Así recuerdo yo el 14 de abril de 1931"

Hoy en día, en la misma Plaza Mayor a la que se abre el  balcón del Ayuntamiento, podemos ver una estatua de Machado erigida en reconocimiento por parte del pueblo segoviano a su figura. Pero todo eso estaba aún muy lejos de suceder el día de su llegada, así que rebobinemos y volvamos a noviembre de 1919.


 Se instaló a razón de 3,5 pesetas diarias en la más que modesta pensión de doña Luisa Torrego, situada en pleno centro de Segovia, en la calle Desamparados, número 5, donde compartía hospedaje con otros dos inquilinos. Con el tiempo, este inmueble fue adquirido por la Real Academia de Historia y Arte de San Quirce (heredera de esa Universidad Popular por la que luchó Machado) con la idea de preservar su memoria, constituyendo en la actualidad la presente casa museo.

Entrar en la antigua pensión es como viajar en el tiempo. Es de elogiar el trabajo que se ha realizado para mantener la esencia del lugar. Mireya Hernández evoca en El Cultural (19/07/2017) lo que podría ser un día cualquiera de la vida de Machado en Segovia: "Cada tarde salía del Instituto donde impartía clases de francés, dejaba atrás el Mirador de la Canaleja desde cuyo café acristalado se veía La Mujer Muerta, recorría la calle Real y al llegar a la pensión dejaba su sombrero y su gabán en el perchero de la entrada y atravesaba el pasillo, deteniéndose quizá en la cocina para saludar a la señora Luisa o tomar el quinto café del día frente a los pucheros y las tinajas de barro. Luego subía los seis peldaños que comunicaban los dos pisos y que eran una tortura para sus pies planos, miraba el reloj del comedor y seguía caminando hasta llegar a su cuarto, donde se sentaba a escribir o a leer en la mesa camilla con el brasero encendido junto a sus pies". Y lo cierto es que resulta fácil imaginarlo tal cual.

La humilde habitación que ocupaba Machado se mantiene intacta, igual que se encontraba en su momento. De hecho, en toda la casa podemos ver los muebles y utensilios originales, algo que no siempre sucede en este tipo de lugares. Destacan en esa habitación varios recuerdos del poeta, como la correspondencia con su amada Guiomar o la estufa de petróleo que le regaló su hermano Manuel para combatir los rigores del invierno castellano. Era tal el frío de la pensión que, según él mismo dijo, dormía con el balcón abierto "para que se caldeara la habitación".

También podemos admirar la cocina de hierro, con el menaje habitual de una cocina española de principios del siglo XX, la sala común o comedor, el pasillo y el patio emparrado, conservando todo un genuino aroma al pasado. Las paredes están adornadas por diversos retratos de Machado, dibujos y carteles realizados por artistas de la talla de Rafael Peñuelas o, incluso, Pablo Picasso, que enriquecen la visita sin llegar a romper el intimismo del lugar.

En la web de la Real Academia de Historia y Arte de San Quirce podemos conocer cómo fue el proceso para transformar la antigua casa de huéspedes en el actual museo: "La primera vez que se trató de la posibilidad de adquirirla fue el año 1949, a raíz de una visita que varios intelectuales y poetas, hicieron a Segovia. Sirvió para que los amigos que había hecho en Segovia y que aún vivían -Mariano Quintanilla, Mariano Grau…-, decidieran salvar la casa en la que vivió, entendiendo que aquel sería el mejor modo de guardar la memoria de su presencia en la ciudad. Como el dinero de que se disponía era escaso, hubo que ir lentamente, empezando por alquilar la que había sido su habitación, para que no la ocupasen otros huéspedes; luego, el año 1951, se compró el piso; en 1959, los muebles de la habitación y del comedor; en 1974 se compró la totalidad de la finca, y, más recientemente, el patio trasero de la casa".

En una entrevista publicada en El norte de Castilla en 2020, el conservador de la casa museo, Carlos Muñoz de Pablos, afirma, con acierto, que "esta casa tiene el valor de representar una forma de vivir en ese mismo siglo modesta, la del común de los ciudadanos, es un testimonio antropológico. La pensión refleja la vida e idiosincrasia de Machado, un viajero ligero de equipaje, que vivió austeramente, rayando la pobreza". Y esto, su valor como testimonio popular de una época, la convierte en una visita doblemente recomendable no sólo para amantes de Antonio Machado, sino para todos los públicos. Lo ideal es realizar la visita guiada. El precio es bastante asequible y resulta amena e instructiva. Como decíamos al principio, cuando uno piensa en Antonio Machado se le vienen a la cabeza Soria o Sevilla, pero ninguna de las dos, sólo Segovia, alberga una casa-museo dedicada a su figura.

Todas las fotos extraídas de la web de la Real Academia de Historia y Arte de San Quirce.

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