Cien años de soledad (Gabriel García Márquez)

 Este verano estamos buscando en Twitter la mejor novela en español del siglo XX. Las 32 obras seleccionadas se han enfrentado a lo largo de tres emocionantes eliminatorias que han dado lugar a las cuatro finalistas: El caminoLos santos inocentes, Cien años de soledad y Crónica de una muerte anunciada. Ninguna necesita presentación pero, por si te sirve de ayuda a la hora de votar, te ofrecemos un breve comentario de cada una de ellas.

 


"Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo".



Publicada en 1967, constituye, seguramente, la obra cumbre de las letras hispanoamericanas, no sólo por lo que cuenta, sino por la forma en la que lo hace, con un lenguaje impregnado de una sonoridad poética que envuelve al lector de forma absoluta. Hay quien indica que esta novela marca el punto de partida del realismo mágico y, si bien esto no es del todo cierto (habría que remontarse a la década de 1930 para hallar su nacimiento y a la de 1940 para que Uslar Pietri le pusiera nombre) sí que es verdad que su enorme éxito supuso un notable auge de esta corriente literaria en Hispanoamérica.

El realismo mágico consiste en la inserción de elementos sobrenaturales en una historia realista o, si se prefiere, una narración en la que aparecen normalizados hechos extraños o peculiares como parte de lo cotidiano y esto lo encontramos en Cien años de soledad, pero sería muy simplista quedarse ahí. Cien años de soledad es mucho más. Es la historia de siete generaciones de una familia, los Buendía, marcada por la tragedia y la infelicidad. Y la de la fundación, auge y caída de un pueblo, Macondo, ligado de forma ineludible a dicha familia.

Millones de lectores en todo el mundo han disfrutado de una novela que, sin duda, tuvo mucho que ver en la concesión a Gabriel García Márquez del Nobel de Literatura en 1982.

Han dicho de Cien años de soledad...

Isabel Allende: Me encerré a leer ese libro y hasta que no lo terminé no pude moverme porque estaba completamente cautivada, metida en ese mundo, en ese lenguaje abundante, en esa imaginería extraordinaria que me recordaba tanto mi propia vida

Carlos Fuentes: He leído el Quijote americano, un Quijote capturado entre las montañas y la selva, privado de llanuras, un Quijote enclaustrado que por eso debe inventar al mundo a partir de cuatro paredes derrumbadas.

Mario Vargas Llosa: Es uno de los pocos casos en que una obra maestra tiene tantos atractivos para un lector refinado y uno elemental.



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