Nour Eddine Haddad: "Los españoles tenéis un problema con vuestro pasado".

Hay historias dignas de ser escritas, y la de Nour Eddine Haddad es una de ellas. La de alguien que decide romper con todo, dejar atrás una vida acomodada y lanzarse a vivir su sueño con la única compañía de un puñado de libros. Llegó hace ocho años a España desde su Argelia natal, donde era catedrático de Literatura Española y ahora, más por placer que por necesidad, según él mismo asegura, los fines de semana recorre distintas localidades de Alicante vendiendo libros de segunda mano. Entre el punto de partida y el actual, un camino con el amor por la literatura como denominador común y que merece la pena conocer.

 Llega diez minutos tarde a la cita ("ya sabes, la mujer, que me ha tenido de compras"), menudo, pulcro y vivaracho, con su barba y pelo canosos minuciosamente recortados. Mantiene un marcado acento árabe, pero maneja el castellano con una fluidez que ya querrían muchos autóctonos, y yo el primero. “Sabes que no me gusta eso de Internet, pero al final me has liado”, dice sonriendo mientras espera su café. “Fotos no, ¿eh?, que ya no estoy para hacerme famoso. Cuando quieras empezamos”.

 Pues empezaremos por el principio. ¿Cómo comenzó tu interés por la literatura española?

 Desde niño me gustó leer cualquier cosa. Tuve la suerte de que en mi casa había muchos libros y entre ellos estaban las adaptaciones que hizo Albert Camus al francés de Calderón de la Barca. Me gustaron tanto que pensé que yo tenía que aprender español para leer esas obras en su idioma original pensando que, si la traducción me había gustado, el original debía ser aún mejor. Aprendí el idioma y cada vez me interesaba más por la literatura española hasta que acabé estudiando Filología Hispana.

 No debía ser habitual que un joven argelino tuviera esos intereses.

 No era muy habitual, pero tampoco era extraño, ¿eh? En Argelia había (y hay) muchas realidades sociales distintas y en la que a mi me tocó vivir gracias a Dios había cierto interés cultural. No era yo un bicho raro en mi entorno. Sí es verdad que, por influencia, la cultura francesa está más generalizada. Yo hablo francés perfectamente, pero ya ves, me interesó más lo español.

 Esa curiosidad inicial acabó convirtiéndose para ti en algo más que una afición.

 Así es. Antes de los cuarenta años ya era catedrático de Literatura Española y tengo el honor de haber ejercido ese cargo muchos años. Hace ocho, el fallecimiento de mi padre y otras circunstancias personales hicieron que tomara la decisión de dejarlo todo. Yo tenía buena posición, buen trabajo, buena casa, buen coche, pero lo dejé todo. Vendí mis cosas, me compré una autocaravana y me vine a España. Quería conocer los lugares de los que tanto leí, y fue la mejor época de mi vida.

 Lo vendiste todo excepto tus libros

 Bueno, me habría gustado llevarlos todos, pero no cabían en la autocaravana, así que seleccioné unos 200 ó 300 que se vinieron conmigo y que aún tengo, menos unos pocos que regalé a gente que me fui encontrando por el camino y que yo sabía que iba a disfrutar del regalo y lo iba a cuidar bien.

 ¿Cuáles son esos lugares que visitaste?

 Lo primero de todo, yo quería conocer los campos de La Mancha y el Madrid antiguo de Valle Inclán. En Madrid estuve mucho tiempo porque había mucho que ver. Y también en La Mancha: Campo de Criptana, Almagro, Toledo,...También visité Soria, Salamanca, Zamora, Sevilla…

 Me duele que no incluyeras Cartagena en tu recorrido. Cervantes, Pérez Galdós o Ramón J. Sender escribieron sobre ella….

 Lo sé, lo sé… Estoy esperando a que me lleves tú.

¿Qué es lo que más te llenaba en tu época universitaria? 

Bueno, para mí es un orgullo haber ayudado a la formación de muchos alumnos. Es una sensación especial encontrarte con alguno de ellos y que te digan que trabajan como profesores en tal o cuál sitio. Eso me ha pasado. Pero como catedrático tenía otros deberes aparte de la docencia y también me siento orgulloso de lo que hice, de la semilla que dejé ahí y sé que otros han continuado. 

¿Y cuál consideras que es tu mayor enseñanza, eso que siempre intentabas inculcar a tus alumnos?

Sin duda el respeto por lo que tienen entre las manos, que no es un simple libro. Es un legado cultural de siglos, que ya existía antes que los padres de sus padres y seguirá existiendo cuando mueran los hijos de sus hijos. Eso es más importante que cualquiera de nosotros, y nuestro trabajo es cuidar ese regalo que tenemos.

¿Piensas en volver? 

Podría hacerlo sin problema, pero no me lo planteo de momento. Echo de menos la Universidad, pero ya está, no quiero decir nada más. Sólo diré que en España vivís de puta madre y no lo sabéis. 

Te cuesta hablar de Argelia.

Siguiente pregunta, por favor.

 ¿Cómo acabaste estableciéndote en Alicante? Porque se me ocurren lugares más literarios.

 Tenía un buen amigo que vino a España antes que yo y abrió una academia de idiomas en Alicante. Cuando le dije que venía me insistió en que fuera a trabajar con él. Yo no tengo problema de dinero, así que esa no era mi prioridad. Pero pasados tres años me apetecía asentarme en un sitio y consideré la idea. Colaboro con él unas pocas horas a la semana, y también vendo libros de segunda mano, que es lo que, como sabes, más me gusta. Pero ya vale, que no creo que mi vida le interese a nadie. Vamos a hablar de libros mejor.

Antes me gustaría que nos contaras lo que te pasó una vez con una pareja de decoradores en tu puesto de libros.

 ¡Madre mía! Vinieron y estuvieron un buen rato rebuscando entre los libros e iban seleccionando algunos. Como les veía interesados les pregunté si buscaban algún autor o estilo en particular por si les podía ayudar, y me dijeron que no, que sólo buscaban libros bonitos porque les habían encargado decorar un salón, que todo lo demás les daba igual porque nadie iba a leerlos. Y entonces les dije que lo sentía pero no podía venderles nada porque mis libros no eran figuras decorativas. Podría haberles vendido treinta o cuarenta, pero no quise. Gracias a Dios puedo permitírmelo. Entiendo que otros me digan que estoy loco, pero tengo mucho respeto por un libro, es lo que te dije antes, y prefiero no venderlo si sé que nadie va a darle vida leyéndolo. Tú me conoces y sabes que es verdad.

 Ahora sí. ¿Cuáles son, en tu opinión, los nombres más importantes de la literatura española?

 Esa pregunta es difícil. Yo sólo te puedo dar mi opinión. Si hablamos de literatura clásica por supuesto que están Cervantes, Quevedo, Lope de Vega y Calderón de la Barca. Sobre todo los dos últimos son importantes para mí. Más adelante, Larra me parece fundamental no solo por su calidad literaria, sino también porque instruye sobre la vida en su época, como también hacía Pérez Galdós. Son muchos los grandes autores españoles y no quiero ser descortés con los que no nombre. Unamuno, Valle Inclán, Machado,… (se queda un rato callado, reflexionando). ¿Sabes? Creo que en España tenéis un problema con vuestro pasado. No hablo de política, que no entiendo ni me importa, sino de cultura. Tenéis una historia cultural increíble. Escritores, poetas, filósofos, artistas que en cualquier país del mundo serían admirados y vosotros los olvidáis ¿Qué os pasa? ¿Qué español lee ahora a Larra o a Quevedo? Yo te lo digo: ninguno. La producción del Siglo de Oro español fue de calidad  superior a Shakespeare o a Moliere. No ya sólo Calderón o Lope de Vega, pero también Tirso o Lope de Rueda, y en cambio es a Shakesperare al que se conoce en todo el mundo. Ni os interesan para consumo propio vuestros autores ni habéis sabido venderlos en el mundo.

 En una ocasión me dijiste que García Lorca estaba sobrevalorado. ¿Lo mantienes aquí? Piensa que se está grabando todo.

 A ver (suspira), en cuestiones de arte no se pueden hacer juicios de ley porque, lo que para mí es una porquería, puede ser maravilloso para otro, y al revés. Yo puedo tener más herramientas para opinar que otra persona por mi formación, pero el arte tiene mucho de subjetividad. Lo que yo opino es que García Lorca no es para tanto. En su poesía se ven figuras técnicas interesantes y hay una evolución, pero no se acerca a Machado o [Juan Ramón] Jiménez, que son los dos mayores poetas del siglo XX. Y su teatro me parece bastante limitado y artificioso, son fuegos artificiales de la tragedia. Es como un histrionismo permanente. Además, se creó un gran mito a su alrededor por su forma de morir. A lo mejor si hubiera muerto de viejito en su casa no sería lo mismo. 

Siguiendo con poetas, ¿Góngora o Quevedo?

Uno no se puede entender sin el otro. Si me preguntas cuál me gusta más, te digo Quevedo. Si me preguntas cuál es el más importante, no te puedo dar un nombre. Su rivalidad hizo crecer la lengua española. Eran como Messi y Ronaldo de su tiempo. Cada uno tenía sus seguidores pero la rivalidad les sirvió para ser mejores.

¿Y quién sería Messi y quién Ronaldo?

Madre mía. No soy gran experto en fútbol (piensa). Diría que Góngora era la técnica perfecta, por lo que podría ser Ronaldo. Y Quevedo era más  intuición y genio, más de la calle, como Messi. Pero si no hubiera existido uno, el otro probablemente no habría sido tan grande. 

 Si tuvieras que quedarte con un solo libro de todos los que se han escrito en español, ¿con cuál te quedarías?

 Eso es también difícil. No soy muy original, pero el Quijote es esencial. Fíjate que tiene 500 años y sigue vigente Pero como ya te he hablado antes de literatura clásica, te diré uno más actual. Bueno, uno no puedo decirte. Te voy a decir dos: Nada, de Carmen Laforet y Tiempo de silencio de [Luis] Martín Santos [lo que son las causalidades. Sólo dos días después de esta conversación, se publica que Nada es elegida como la mejor novela española del siglo XX]. Son, sin duda, las dos novelas que mas veces he leído y que siempre tengo presentes. Si hubieran sido escritas por autores franceses, serían novelas de culto mundial. Son perfectas en su estilo y temática.

¿Y al margen de la novela?

En poesía, cualquier cosa escrita por el señor Antonio Machado. Si me tengo que quedar con uno, Soledades, galerías y otros poemas. O, más antiguo, Quevedo. Si hablamos de teatro, sin duda Luces de Bohemia, de Valle Inclán. Más actual, Buero Vallejo tiene cosas muy buenas. El tragaluz no es la más perfecta de sus obras, pero es mi favorita. Y de otros géneros, los Artículos de Larra. Y José Ortega y Gasset también es interesante.

 ¿Cómo ves el estado actual de la Literatura en España?

 A eso me vas a permitir que no conteste. Habrá buenos escritores, no digo que no, pero no me interesan. ¡La verdad es que no leo nada que tenga menos de treinta años! Mira, hay muchísima y buena literatura donde elegir y yo tengo una edad en la que no puedo perder el tiempo con experimentos (ríe). Prefiero volver a lo que sé con seguridad que me va a aportar algo.

 Hasta ahora hemos hablado poco de literatura latinoamericana. ¿Te interesa menos?

 No es que me interese menos. Pero sí que pienso que eso del realismo mágico le hizo mucho daño a la larga. Dentro de esa etiqueta, y con el boom que tuvo, se empezó a publicar demasiado. Es como cuando un artista triunfa con una canción y empiezan a salir imitadores cada vez de peor calidad hasta acabar devaluando el estilo inicial. Por eso me da un poco de pereza, lo que no quita que Borges me parezca maravilloso, o que Rubén Darío haya sido un gran renovador de su género. También salvo a García Márquez a Sabato y a Juan Rulfo.

 Para terminar, ¿qué estás leyendo ahora mismo?

 Más que leer, releo. Ahora estoy con dos cosas a la vez: una colección de poesía del Siglo de Oro español y La azucarera, de Naguib Mahfuz. Mahfuz es un escritor interesante. A lo mejor parece demasiado árabe en su estilo, pero trata temas como la familia, el amor o el paso del tiempo, que son universales. Te invito a que lo leas, y también a esté café. Ya me devolverás la invitación en Cartagena (ríe mientras se levanta y deja unas monedas en la mesa).


 

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