Delibes, Drake y el papel de fumar

¿Qué tienen en común un tranquilo escritor vallisoletano y un cantautor folk-rock británico? Ejemplares de dos mundos tan aparentemente opuestos, nada parece unir a Miguel Delibes y Nick Drake. Sin embargo, hay una singular coincidencia, una casualidad del destino basada en la sensibilidad que, sin duda, sí que compartían. Si te apetece acompañarme en este viaje, la primera parada la haremos en 1959.

Miguel Delibes es ya para entonces un novelista de prestigio, con una carrera que nos ha regalado títulos como La sombra del ciprés es alargada, El camino o Mi idolatrado hijo Sisí. Ese año agranda su figura con la publicación de La hoja roja. Se trata de una novela que tiene como motores el miedo a la soledad y la resignación que supone comprender que, en esta sociedad, vejez es sinónimo de estorbo. Se trata de una historia que el escritor relata de una forma nostálgica y melancólica pero también con un punto de esperanza. Eloy, su protagonista, es un septuagenario que no cesa de repetir que ya le ha salido la hoja roja en el librito de papel de fumar, el aviso de que sólo quedan cinco para acabarlo, utilizándolo como metáfora de que el fin de sus días está cerca. En ese camino hacia el ocaso encuentra un báculo en Desi, una atolondrada chica de pueblo que tiene interna en casa.

Justo diez años después, en 1969, un joven cantautor británico que se había curtido tocando en las calles de Marsella y Londres, publica su primer disco: Five leaves left (Quedan cinco hojas). Al igual que Miguel Delibes, Drake hace referencia a esa marca que avisa del fin del libro de papel de fumar, para ofrecernos un álbum cargado de evocadora melancolía. Sus letras nos hablan de soledad, de tristeza y de pesimismo ante la vida y la gente, pero entre ellas se cuelan algunas estrofas que, como la flor que crece entre las malas hierbas, ponen algo de color a tanta negrura. Un ejemplo lo tenemos en Time has told me, cuando recita que "el tiempo me ha demostrado que eres un raro hallazgo, una atormentada cura para una mente atormentada". 

Como si de una premonición o de una cruel broma del destino se tratara, cinco años (como cinco eran las hojas que faltaban) después de la publicación de este disco Nick Drake fallecía víctima de una sobredosis. Tenía 26 años y nos dejó tres álbumes como legado para la posteridad.

Así, desde dos esferas opuestas, dos artistas (que apuesto a que ni siquiera tendrían noción de la existencia el uno del otro) coinciden en el uso de un elemento tan insignificante como inspiración para expresar sus miedos e inquietudes. El resultado son dos obras de arte que suponen, además de un buen entretenimiento, una enseñanza valiosa para la vida.

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