Florencia, Dostoyevski y El idiota

 En el Oltrarno florentino, muy cerca del majestuoso Palazzo Pitti, una placa conmemora el lugar en el que Fiódor Dostoyevski terminó una de sus más célebres novelas: El idiota. Pero, ¿cómo acabó el escritor ruso en Florencia? 


 En 1867, poco después de contraer matrimonio, Dostoyevski y su esposa realizan un viaje por Europa. En la ciudad alemana de Baden Baden, famosa por su casino, volvió a caer en sus problemas con el juego (no en vano su novela El jugador, escrita poco antes, tiene un alto componente autobiográfico y estudiosos de su vida como Joseph Frank indican que su salida de Rusia se debió al acoso de sus acreedores por sus deudas de juego) y perdió en la ruleta su dinero, el de su mujer y el que le enviaban desde Rusia para salir de apuros. De ahí el matrimonio marchó a Ginebra, pero el fallecimiento de su hija casi recién nacida sumió Dostoyevski en una profunda depresión y optaron por cambiar de aires. Visitaron entonces varias ciudades de Italia, pero fue en Florencia donde permanecieron más tiempo.

Allí se alojaron en unos apartamentos de la via Guicciardini (que es donde podemos ver la mencionada placa). Por entonces el novelista estaba inmerso en la escritura de El idiota pero, según parece, la opulenta belleza de la ciudad le impedía recordar las "impresiones rusas" que tanto le inspiraban a la hora de escribir, y se le dificultaba concluir una obra que acabó entregando a sus editores fuera de plazo. Esto provocó que también le pagaran más tarde de lo previsto y se viera obligado a cambiar su alojamiento por otro más modesto sobre el Mercato Vecchio. En la capital toscana residió entre 1868 y 1869, antes de partir rumbo a Dresde.

En El idiota, una de sus obras cumbre, Dostoyevski relata la vida del príncipe Myshkin, compendio de todas las virtudes positivas que serían deseables en una persona, pero llevadas a tal extremo que lo que los demás ven en él es estupidez. El autor nos presenta el dilema de qué pasaría si el hombre ideal, poseedor de todos los rasgos que caracterizan la bondad, se enfrenta al mudo real. Cuentan que, como escribió la novela mientras vivía fuera y temía perder el contacto con la realidad de su país, Dostoyevski leía a diario toda la prensa rusa a la que podía acceder, en especial las últimas noticias, para mantener el tono necesario.

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