San Manuel Bueno, mártir (Miguel de Unamuno)

 

Miguel de Unamuno realizó una visita al lago de Sanabria en 1930 y quedó profundamente impresionado por el silencio, el aislamiento y la paz de aquel lugar. Algunos meses después redactó la novela que nos ocupa, en la que un sacerdote predica que no cree aunque quisiera creer. A partir de este escenario real crea otro totalmente novelesco en el que aparece un pequeño pueblo, Valverde de Lucerna, con una montaña y un lago bajo cuyas aguas se encuentran las ruinas del pueblo originario. El pueblo que inventa Unamuno esta aislado de la agitación cultural, política y social de la España de aquel momento. Sus habitantes se mueven entre un lago que puede simbolizar el sueño y la duda, y una montaña que representaría la fe y la constancia. Una habitante de la localidad, Ángela, actúa a modo de cronista, dejando patente la admiración que ella y todos sus convecinos sienten por don Manuel, el cura. 

Comienza Ángela describiendo el aspecto exterior del protagonista, su continua actividad, sus palabras, y el influjo benéfico que tiene sobre el pueblo. Se nos presenta a don Manuel como un sacerdote más evangélico que eclesiástico, esforzándose la narradora en establecer paralelismos entre don Manuel y Jesucristo. 

Poco a poco nos deja entrever que don Manuel oculta un secreto: su falta de fe y la tragedia que ello le causa. Lázaro, el hermano de Ángela, es quien tras un corto espacio de desconfianza, será el receptor de la confesión del cura. Gracias a estos cambios don Manuel se nos muestra menos volcado hacia el pueblo al contar con unos interlocutores más sensibles y cultos, a los que confía su intimidad. Ángela adopta una postura maternal respecto a don Manuel, accediendo a su secreto por la vía afectiva. Lázaro conoce el misterio del sacerdote por la vía racional y se convence de los argumentos del mismo tras largas conversaciones y discusiones

En esta novela, breve e intensa, sencilla y profunda a la vez, el autor trató algunos de los problemas existenciales y religiosos que más le habían preocupado siempre y que ya había abordado en el ensayo Del sentimiento trágico de la vida. La obsesión de Unamuno ante la muerte y la consiguiente duda de la fe y la inmortalidad constituyen su tema central. Esta íntima congoja se encarna en la atormentada vida del cura de Valverde, quien dedica su existencia a velar por sus feligreses predicando una fe que él no posee. Manuel Bueno conduce a su gente hacia la vida eterna, pero él no cree ella, por lo cual su existencia zozobra en la angustia diaria de una vida sin sentido condenada a la muerte. Sin embargo, el cura lucha por mantener a sus feligreses en la fe para liberarlos de la íntima tortura que él padece.

La edición de Víctor García de la Concha para la colección Austral, de Espasa Calpe, me parece la mejor para disfrutar de una novela que, pese a leerse de una sentada, contiene un trasfondo muy profundo.

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