La tentación de San Antonio (Salvador Dalí)

 

 
Por difícil que sea creerlo, Salvador Dalí, ya por entonces un pintor consagrado, realizó La tentación de San Antonio para presentarse a un concurso convocado por el director de cine Albert Lewin, que quería un cuadro sobre ese tema para colgarlo como parte del decorado de su película La vida privada de Bel Ami. Para elegir al ganador reunió un jurado compuesto por artistas que, al final, eligió La tentación de San Antonio de Max Ernst. Los cuadros rechazados, entre ellos el de Dalí, estuvieron viajando mucho tiempo, y por eso se hizo muy popular.
 
Las tentaciones de San Antonio (Max Ernst)
 
Ese cuadro (el se Salvador Dalí, que es el que nos ocupa) es como un autorretrato espiritual. Son las tentaciones que desfilan ante el pintor, que aparece a la izquierda, desnudo y protegiéndose con una cruz: el palacio (que representa el poder y la gloria), la mujer desnuda (que representa el erotismo), el obelisco papal de Bernini de la Plaza de Santa María y, al fondo, El Escorial, que es la última tentación de Dalí: la conversión a la monarquía católica y al franquismo. Ya se había convertido al franquismo, en realidad, pero sus enormes delirios de grandeza finales, de ser como el artista de corte de un régimen neo-imperial viene ahí también, como si se lo tomara de manera autoirónica.

La tentación de San Antonio
Salvador Dalí
Óleo sobre lienzo
1946
Museos Reales de Bellas Artes (Bruselas, Bélgica)


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