Casa Museo Azorín (Monóvar)

Un buen plan para un sábado en este rincón del sureste español es recorrer los pueblos cercanos y dejarse sorprender con lo que pueden ofrecernos en lo que a patrimonio, cultura o gastronomía se refiere. Siguiendo esta premisa llegamos a Monóvar, localidad a menos de treinta minutos de Elche, para visitar la Casa Museo Azorín.


 Ubicada en la calle Salamanca de la localidad, en una casa palaciega del siglo XIX, no es la vivienda natal de Azorín, pero sí en la que vivió desde los 3 años aproximadamente hasta que la abandonó en su adolescencia para ir a estudiar a Yecla. En 1969 abrió sus puertas como espacio dedicado a la memoria del escritor y también como punto de encuentro para los estudiosos de su obra.

El edificio se estructura en tres plantas. En la baja encontramos un salón de actos que utiliza la Fundación Meditarráneo, propietaria del museo, para sus actividades culturales. Esta zona fue anteriormente la biblioteca pública de la localidad. Se encuentra aquí expuesta la primera máquina de escribir de Azorín, un modelo que le regaló el periódico argentino para el que trabajó porque les resultaba imposible descifrar los manuscritos que les enviaba. También encontramos el escritorio que utilizaba su padre, que llegó a ser alcalde de Monóvar, para despachar los asuntos propios de su cargo

En la primera planta aparecen recreados varios ambientes, como por ejemplo el salón azul de su casa madrileña donde el escritor recibía a otros intelectuales y personalidades de la época o su rincón de trabajo, todo ello con los muebles y utensilios originales, entre los que destaca otra máquina de escribir, esta más pequeña, y que era la que solía utilizar Azorín por ser más manejable que la que le proporcionaron los argentinos. Los libros que encontramos en esta planta son los que pertenecían a la familia.


Por fin, en la última planta, podemos admirar la biblioteca personal de Azorín, compuesta de más de 17.000 volúmenes. Se cuenta que, pese a su magnitud, el escritor sabía a la perfección dónde se encontraba cada tomo y que a veces llamaba desde Madrid a su hermano pidiéndole que consultara un ejemplar concreto, facilitándole para ello su ubicación precisa.


 

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