Lukas (Mads Mikkelsen) es profesor de guardería en una pequeña localidad danesa. Está atravesando un momento difícil en su vida a causa de un tormentoso divorcio en el que su ex mujer, además, no le permite ver a su hijo adolescente. Pese a todo, consigue mantenerse a flote gracias a su trabajo, en el que es muy apreciado por compañeros y alumnos, a una nueva relación sentimental que comienza a fraguarse y a sus amigos, en especial Theo (Thomas Bo Larsen), con cuya familia mantiene un nexo casi fraternal. Y es precisamente la hija menor de Theo, Klara, la que provoca que la vida de Lukas se derrumbe.
El conflicto comienza cuando Klara, que a la sazón tiene unos seis o siete años, regala a Lukas un corazón de papel. Éste le dice que eso no es apropiado y que sería mejor regalárselo a su madre o a algún compañero de su edad. La niña, que siente atracción por él, no puede soportar la afrenta y, a modo de venganza, se inventa la historia de que le ha visto desnudo. Todo el mundo da por cierta esta afirmación y, desde ese momento, Lukas se convierte en un paria social. Antes que la justicia, el pueblo dicta sentencia, es declarado culpable y tratado por sus vecinos, compañeros y amigos como un monstruo. Al final se proclama su inocencia, pero ¿de qué sirve la verdad cuando el pueblo ya ha tomado partido?
Es una película que causa malestar y deja mal sabor de boca pues nos enfrenta a lo peor de nosotros mismos, al peligro de los prejuicios, a lo fácil que nos resulta sucumbir a la fuerza de la masa y a la ligereza con la que nos sumamos a los linchamientos públicos. Nosotros sabemos que el protagonista es inocente pero está narrada de un modo que, aún así, por momentos dudamos de nuestras propias certezas. La historia fluye con el ritmo justo para permitirte reflexionar sobre todo ello sin perder el dinamismo, y nos vemos atrapados sin remedio en su truculencia. Está, además, maravillosamente interpretada, no sólo por Mads Mikkelsen (que se alzó con el premio a mejor actor en el Festival de Cannes), sino por Thomas Bo Larssen, cuyo personaje se mueve en la cruel disyuntiva de creer a su mejor amigo o a su propia hija, con el maremágnum de sentimientos que ello provoca.
Una cinta, en fin, con un visionado no apto para todos los públicos, que conviene ver con el estómago vacío porque nos va a remover por dentro, pero que considero muy necesaria para aprender de nuestras debilidades como personas y como grupo.
Otras películas de Thomas Vinterberg
- Celebración (1998)
- La comuna (2016)
- Otra ronda (2020)
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