Reivindicando a Juan Gris

Si Georges Braque y Pablo Picasso fueron canonizados como los maestros del cubismo y Leger acabó siendo asimilado por la crítica, en el caso de Juan Gris, hasta casi el final de su vida, fue considerado un imitador. No fue hasta poco después de muerto cuando empezó a producirse la revisión de su obra y su aceptación como cubista de primer orden. No en vano Apollinaire le llamaba "el demonio de la lógica" y el propio Picasso "el sabio del cubismo".

Juan Gris (Madrid, 1887 - Boulogne-sur-Seine, 1927), pseudónimo de José Victoriano González, estudió en la Escuela de Artes y Oficios de Madrid y fue discípulo de José Moreno Carbonero. Comenzó trabajando como ilustrador para diversas publicaciones de la capital, labor que siguió desempeñando tras su llegada a París, en 1906, huyendo de una España que le oprimía. Allí se instaló en Montmartre, en un estudio adyacente al de su paisano Picasso, y gracias a ese designio del destino fue un espectador de primera mano del nacimiento del cubismo.

El hombre en el café (Juan Gris)
Sus inicios en la pintura datan de 1911 y estuvieron marcados por su Retrato de Picasso, a quien representa paleta en mano. A partir de 1912 desarrolla su propio estilo, integrando una figura cubista en una cuadrícula diagonal en un entrono reconocible, lo que quedó plasmado en el gran lienzo El hombre en el café. Además, recuperó el color y experimentó con el collage, donde alcanzó cotas que no se dieron ni en la obra de Picasso. La audacia de Juan Gris radicó en usar materiales nuevos en sus cuadros

A lo largo de 1913 y 1914 Gris ensayó nuevas fórmulas para profundizar en el cubismo sintético. La armadura lineal cambió y, en lugar de una cuadrícula diagonal, eran ahora formas verticales las que estructuraban la composición, como en Violín y Guitarra, y deformaban los objetos.

A partir de 1914 prefirió abrir la descomposición desde el centro, a modo de abanico. La nueva disposición tenía la ventaja de impedir cualquier tipo de atmósfera real donde proyectar luces y sombras. Con ese nuevo sistema, que podemos ver en Jarra y vaso, rompió por completo la estructura centralizada.

En los cuadros de Juan Gris se combinaban formas geométricas y planos de color con ilusionismos y
trampantojos pictóricos, imitación de materiales, así como recortes de papel de collage y dibujos más o menos realistas. El color cobraba protagonismo.

Al estallar la Gran Guerra ni Gris ni Picasso, por ser extranjeros, fueron movilizados por Francia. Juan Gris se sintió amedrentado por el conflicto y preocupado por que pudiera ser considerado un agente enemigo en un país que no era el suyo. Además, no podía regresar a España, donde hubiera entrado a prisión por prófugo al haberse negado a hacer el servicio militar. A todo esto habría que añadir que su marchante era alemán y no podía continuar con su negocio. Gris dejó de percibir ingresos e incluso perdió parte de sus cuadros. En abril de 1915 rescindió el contrato que mantenía con él de mutuo acuerdo y firmó con otro marchante. 

Ventana abierta con colinas (Juan Gris)

El ambiente de París se le volvió irrespirable y se retiró a Colliure. Allí, en otro giro del destino, se encontró con Matisse, el viejo rival de Picasso. De sus charlas surgió una amistad y una influencia recíproca. En el caso de Gris, la obra de Matisse le sirvió para reafirmarse en el uso del color intenso y en la elección del tema del bodegón. Un ejemplo de esta época sería Ventana abierta con colinas. Su obra estaba experimentando un cambio fundamental. Este nuevo aspecto del arte de Juan Gris fue, como señala el crítico y marchante Kahnweiler, el primer paso hacia un enfoque más conceptual. Los objetos que aparecían en sus pinturas formaban parte de su memoria o de una especie de visión mental interna del mundo. Ello provocó un cambio hacia un método compositivo más abstracto. Una de las principales características de este nuevo estilo de Juan Gris fue el uso de las rimas plásticas. En ellas una sola línea delimitaba diferentes objetos.

Con el fin de la guerra Juan Gris volvió a exponer y contactó de nuevo con sus amigos, entre ellos Kahnweiller y Gertrude Stein. Su opinión empezó a ser requerida por las revistas de arte más importantes, que lo consideraban como el tercer maestro del cubismo. Juan Gris entró de lleno en el núcleo de los grandes artistas cuando la Universidad de la Sorbona lo invitó, en 1924, a pronunciar una conferencia que tituló “Acerca de las posibilidades de la pintura”, en donde resumió su pensamiento estético. Lamentablemente, las penurias económicas de los años de guerra pasaron factura. En 1920 Gris había ingresado en un hospital para tratarse de una pleuresía. Tuvo varias recaídas por bronquitis y crisis asmáticas. Debía limitar su jornada de trabajo a unas pocas horas al día para pasar más tiempo en zonas soleadas. A pesar de ello, su dolencia pulmonar se fue agravando y fue la causa de su fallecimiento en mayo de 1927.

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