Muerto acechando a su familia (Yves Tanguy)

 


En 1927, en una galería parisina, Yves Tanguy celebra su primera exposición individual, con un éxito considerable. Uno de los lienzos que expone es Muerto acechando a su familia. Parece que el título procede de un manual de parapsicología que él y André Breton habían consultado unos días antes de abrirse la exposición, donde se describían fenómenos paranormales, y este caso se cree que es el de un aparecido, pero no es así. En otras versiones el título es La muerte acechando a su familia, porque se trata, más bien, de un caso de presentimiento de una defunción.

Como sucede habitualmente en sus obras de este período, aparecen unos seres embrionarios, como si no estuvieran plenamente constituidos. Casi todas las criaturas de sus cuadros de esta segunda mitad de los años 20 son, en primer lugar, como pequeños excrementos, gusanos, insectos, criaturas semi-informes que nos recuerdan la reflexión que hacía Geroges Bataille sobre lo informe. Decia Bataille que lo informe encarnado en un escupitajo o una araña es lo despreciable por antonomasia, lo que carece de virtudes. La forma es la primera virtud y lo que solo se hace acreedor a ser pisoteado. Pues eso son, en principio, las criaturas de los cuadros de Tanguy.

Aparece también una especie de ente agonizante que podría ser un caballero, pero también una pareja, y un cortejo de criaturas que vienen desde el otro lado del horizonte acompañado de unas nubecillas. En el propio horizonte emerge algo que se podría relacionar con las torres de De Chirico pero que, verosímilmente, tiene relación con los menhires de la Bretaña, que eran objeto de culto en tiempos muy remotos y que todavía se conservaban en algunos lugares de era región a principios del siglo XX. Tenían un cierto sentido religioso que se había incorporado a la liturgia cristiana en el Día del Perdón, cuando los creyentes iban a celebrarlo en torno a estos monumentos paganos y fálicos. Más tarde veremos que las piedras de Bretaña aparecen con asiduidad en la obra de Tanguy.

Las criaturas que vienen están presididas por una especie de fantasma más gracioso que terrorífico y, detrás, criaturas reptantes en consonancia con ese carácter abyecto de lo informe. Casi parecen peces más que criaturas terrestres.

Se ha dicho muchas veces que los paisajes de Tanguy evocan un espacio submarino. A lo que más recuerda ese cortejo de criaturas reptantes es al Bosco y su Jardín de las Delicias. Precisamente El Bosco era uno de sus pintores favoritos, y eso se detecta en muchos lugares de su obra, uno de ellos es esta emergencia de criaturas malignas, semejantes a las que salen a los pies del Árbol de la Ciencia del Bosco.

La muerte acechando a su familia
Yves Tanguy
1927
Óleo sobre lienzo
Museo Thyssen (Madrid, España)

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El Jardín de las Delicias (El Bosco)


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