El nudo de víboras (François Mauriac)

 

"He aquí un hombre, he aquí un hombre entre los hombres, heme aquí. Pueden ustedes vomitar de asco, no por eso dejo de existir"

Cuando uno abre un libro de François Mauriac (1885-1970) hay un par de cosas que debe asumir de antemano. La primera, que va a tener que volcar sus cinco sentidos (o los que cada uno tenga) en la lectura. La segunda, que va a verse enriquecido para los restos con la sabiduría que hay atrapada en sus líneas. Así que la conclusión es clara: recomiendo leer a Mauriac aunque cueste. Y El nudo de víboras podría ser una buena elección para introducirse en su obra. 

Se trata de una novela escrita a modo de diario (o de extensa carta) que un anciano, enfermo y rico abogado escribe como legado póstumo a su familia. En él derrama todo el odio que siente por ellos, desde su mujer a sus hijos y nietos, e incluso explica su plan de venganza, consistente en privarlos de la enorme herencia que, según imagina, están ansiosos por disfrutar. Este individuo derrama misantropía, avaricia, neuroticismo y psicopatía por los cuatro costados de su enferma humanidad. Él se ha erigido en testigo, juez y verdugo de los demás miembros del grupo familiar, a los que ve como enemigos a quienes hay que castigar. Según el escritor y estudioso Charles Moeller, el drama del protagonista es que "siente que no ha sido amado y que no podrá serlo nunca. De ahí nace su odio hacia todos y su sensación de estar atrapado". Al final de la novela sucede un acontecimiento que provoca un cambio en él, aunque quizá ya demasiado tarde para que la opinión que los demás se han hecho de él, ganada a pulso a lo largo de los años, pueda cambiar. O quizá no. Tendrás que averiguarlo tú. 

Publicada en 1961, posee las características habituales de su narrativa, como su habilidad para hurgar en lo más turbio de la naturaleza humana y dibujarnos con precisión tipos psicológicos con los que resulta difícil empatizar. También algo característico es su catolicismo militante y predicante, y esto quizá sea lo que menos me gusta de Mauriac, ojo, no porque tenga nada en contra (ni a favor) del catolicismo en particular, sino porque esa pátina moralizante suena un tanto arcaica en nuestra época. Pero, bueno, va incluido en el lote. Y que esto no te espante porque, prescindiendo de ese barniz religioso, la novela puede entenderse como una crítica a los prejuicios personales y a los peligros del autoaislamiento social. Desde un enfoque espiritual alguien podría encontrar un trasfondo místico igualmente válido, pero lo bueno de la buena literatura es que un mismo libro admite tantas interpretaciones como lectores tenga. 

Por cierto, la explicación a tan extraño título la tenemos en un fragmento de la novela en el que el protagonista confiesa: "Conozco mi corazón, este corazón, este nudo de víboras; ahogado por ellas, saturado de su veneno, continúa batiendo bajo este hervidero. Este nudo de víboras que es imposible desatar, que habría que cortar con una cuchillada, con un golpe de espada: no he venido a traer la paz sino la espada". Así se las gasta el personaje. Que lo disfrutes.

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