La isla de la mujer dormida (Arturo Pérez-Reverte)


 

Como en El problema final, Arturo Pérez-Reverte vuelve a llevarnos a una isla griega en La isla de la mujer dormida, una historia de aventuras y de amor, pero también un compendio de sabiduría sólo al alcance de alguien con la lucidez y madurez del autor cartagenero. Y no sólo regresa a un entorno conocido, sino también a una época, la de la guerra civil española, por la que ya ha transitado recientemente con El italiano, Línea de fuego o la saga Falcó. Pero, dirás, ¿qué relación hay entre la guerra civil española una isla griega? Pues aquí te lo resumo. 

 Miguel Jordán Kyriazis, marino mercante español de madre griega y que pese a esos orígenes tan mediterráneos tiene todo el aspecto de un vikingo, es reclutado por el mando nacional como capitán al frente de un grupo de mercenarios para una misión secreta: establecer una base de operaciones en una pequeña isla del Egeo desde la que interceptar los barcos que salían desde la Unión Soviética con ayuda para el gobierno legítimo de la República. Entre los miembros de su tripulación están Ioannis Eleonas, un veterano contrabandista griego que se convierte en el segundo de a bordo, y Bobby Beaumont un peculiar radiotelegrafista inglés que ya forma parte de mi galería de personajes literarios favoritos. Con el resto del grupo se embarcan (nunca mejor dicho) en una serie de aventuras contra los malvados comunistas. 

Pero, por si esto fuera poco, el capitán Jordán tiene que lidiar con otro frente: el que le abren los propietarios de la isla. Se trata del barón Katelios, aristócrata venido a menos que se ha retirado del mundo junto a su esposa Lena. En Katelios reside la sabiduría de los libros leídos y el mundo visto, y en Lena la de la mujer hastiada y sin nada que perder. Entre ellos se creará un triángulo de amor-odio-rencor-pasión que que amenaza con poner en peligro la misión de Jordán. 

Me ha gustado. Pérez-Reverte consigue dotar a la historia de un equilibrio perfecto, con una trama de acción con sabor a pólvora y salitre cual si se tratara de una aventura de piratas modernos y otra de romance al borde del precipicio. Y, rondando siempre por ambas, una serie de reflexiones y diálogos cargados con todo el bagaje del autor como lector de libros y como hombre que, según él mismo ha dicho en diversas ocasiones, se ha dedicado toda la vida a observar. Al fin, lecturas y observación han macerado en él produciendo la que, en mi opinión, es su novela más madura hasta la fecha, la más pesimista, como si estuviera escrita por alguien que es consciente de que su tiempo va llegando al fin y quisiera legar a la posteridad lo que la vida le enseñó. Que, oye, espero que aún le quede cuerda para rato a mi paisano, sobre todo si es para regalarnos más obras como La isla de la mujer dormida.

Comentarios