La obra es un poema dedicado al cuerpo femenino. Botticelli prescinde aquí de la perspectiva. Utiliza a las figuras e incluso a la naturaleza como decoración buscando ante todo la belleza, y vuelve a hacer gala de su virtuosismo en el manejo línea. El dibujo de las siluetas de las figuras y los remolinos de las telas demuestran que el artista sabía tejer con la línea la trama de sus obras.
El autor se inspira en escritos de Homero y Virgilio para narrar la llegada de la diosa a la isla de Citera (o de Chipre, según otras fuentes). Así, Venus es empujada hacia la orilla, de pie sobre una gran concha, empujada por el soplo de los vientos Céfiro y Áura, mientras que una muchacha la espera para cubrirla con una manto de seda. Bajo esta interpretación, el título de la obra que ha llegado a nuestros días (y que se remonta al siglo XIX) es erróneo ya que no es ese episodio mitológico el que pretendía narrar Botticelli.
En cualquier caso, sea como sea, de lo que no hay duda es de que estamos ante un nuevo ejemplo de la enorme sensibilidad del artista florentino.
El nacimiento de Venus
Sandro Botticelli
Temple
1484
Galería Uffizi (Florencia, Italia)

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