El paso de la laguna Estigia figuraba en los antiguos inventarios del Alcázar de Madrid y del Palacio del Buen Retiro bajo la autoría de El Bosco y es que, no en vano, este fue uno de los grandes referentes en la obra de Joachim Patinir (1480-1524). Pero hoy sabemos que se trata de una de las obras cumbre del artista flamenco, realizada casi al final de su vida.
La amplia superficie turquesa de la laguna Estigia es la gran protagonista del cuadro. En el centro de ella, el gigante Caronte transporta en su barca un cadáver desnudo que lleva en su boca la moneda con la que se ha pagado su trayecto hacia el reino de los muertos. La barca se encuentra a igual distancia de ambas orillas. En la izquierda el Paraíso oculto por un acceso rocoso a través de un río y por los árboles que cubren el camino. Allí las aguas serpentean, mucho más claras que las de la laguna, y vemos cismes, ciervos y pavos reales elaborados con gran minuciosidad. Las almas caminan entre los árboles frutales, cogidas de las manos de ángeles con sus alas desplegadas. En el extremo izquierdo, un gran organismo vivo sobre una esfera de cristal produce animales en manada, muy al fondo se distingue una ciudad, que es el destino final de los elegidos.
Un ángel sobre un montículo señala este camino, que es el bueno, a Caronte, pero parece que éste y su pasajero se van a dirigir a la orilla derecha, la del Averno. Allí el azul se tiñe de tonos oscuros en una progresión sutil, la entrada, una cala de fértiles orillas en la que crecen árboles frutales, es más atractiva que la anterior. Pero, si nos fijamos, descubriremos que las aves vuelan inquietas entre sus ramas y un extraño ser mitad perro mitad mono parece alertarnos de que se trata de un engaño. Porque, después del primer recodo de esa entrada amplia, espera el Cancerbero, el monstruo de tres cabezas que guarda la puerta del Infierno. El fuego que arde en último plano ilumina a los monstruos, que ejecutan castigos infernales. En el aire flotan las chispas de las hogueras y en el suelo se retuercen serpientes y esqueletos.
Patinir refleja, con la elección que parece haber hecho Caronte, optando por el camino fácil pero que lleva a la condenación en lugar de el difícil pero que lleva al Paraíso, el pesimismo de su época, así como una especie de aviso al observador de lo peligroso que es optar por el camino más tentador.
El paso de la laguna Estigia
Joachim Patinir
Óleo sobre tabla
1520-1524
Museo del Prado (Madrid, España)

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