"Tenía un amigo que leía mucho, y me pasó un librito pequeño y me dijo que lo leyera. Yo lo abrí y me encontré 'una mañana, después de un sueño ...'. Lo recuerdo como si me hubiera caído de la cama en ese momento, fue una revelación. Si esto se puede hacer, esto me interesa, me dije".
Así se expresaba Gabriel García Márquez hablando de La metamorfosis, de Franz Kafka. Y desde luego que le interesó. Basta con leer el comienzo de Crónica de una muerte anunciada para comprobar la semejanza que ese mítico "El día que lo iban a matar, Santiago Nayar se levantó a las 5.30 de la mañana para esperar el buque en que llegaba el obispo" con el que el colombiano da comienzo a una de sus obras cumbre. Pero no sólo es en esa primera oración en la que se encuentra el legado de Kafka, sino que éste impregna toda la novela y lo podemos constatar en el estilo seco y aséptico con el que ambos autores narran acontecimientos tan truculentos como los de sus respectivos libros.

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