El faro del fin del mundo (Julio Verne)

El gobierno de la República Argentina construye un faro en la Isla de los Estados, al sur del archipiélago fueguino, a fin de evitar los múltiples siniestros que tenían lugar en esas peligrosas aguas. Concluida la construcción, quedan a su cuidado tres torreros: Vázquez, Felipe y Moriz. Con la comodidad y seguridad que les otorga la robusta construcción y provistos de víveres suficientes incluso si hubieran tenido cada día de invitados a Los Sabandeños, todo apunta a que los tres meses que tendrían que pasar antes de que regrese el buque de la armada con el relevo pasarán sin contratiempo. Pero entonces no sería una novela de Julio Verne

Y es que la Isla de los Estados no está deshabilitada como se creía, sino que es la guarida desde hace años de una peligrosa banda de malhechores liderados por el malvado Kongre. Estos caballeros se dedican a asaltar los barcos que tienen la desgracia de encallar cerca de la isla, ventilar a los supervivientes y hacerse con el botín, pero el nuevo faro supone un estorbo a su actividad. Por eso deben abandonar su refugio a cualquier precio y antes de que vuelvan los militares con el relevo de torreros. 

El faro del fin del mundo, escrita en 1901, aunque publicada póstumamente en 1905, contiene rasgos muy poco habituales en la novelística de Julio Verne, como el hecho de que toda la acción transcurra en un único lugar (incluso en otras novelas "isleñas" del francés se narra el viaje que da con los protagonistas en tal escenario), la abundancia de escenas violentas y la crueldad de sus personajes. No se trata, seamos sinceros, de su mejor historia, o al menos no me lo ha parecido a mí. En ella encontraremos un escenario bien descrito, unos amplios conocimientos científicos y una historia muy medida en sus tiempos, como suele ser habitual en la literatura del francés. Pero también encontraremos, agudizado hasta el extremo, el que en mi opinión es el mayor defecto de su narrativa: el escaso trabajo psicológico que hace de sus personajes, que los convierte poco menos que en figuras de cartón piedra. Además, se percibe cierto agotamiento en la fórmula, como si estuviéramos ante un texto redactado de forma funcionarial. Hay que tener en cuenta que el manuscrito que dejó Julio Verne fue revisado y modificado por su hijo Michel, que añadió algunos capítulos, como el del intento de sabotaje de Vázquez al barco de los piratas. 

Pese a todo, es un libro de lectura amena, con su buena ración de aventuras y en el que disfrutaremos de elementos cuyo sólo nombre ya despierta el apetito lector, como son una apartada isla y un faro que, aunque moldeado por la imaginación del escritor, tuvo una existencia real.

 

El 25 de mayo de 1884 se enciende oficialmente el “faro de San Juan de Salvamento”, también conocido como el “faro del Fin del Mundo” tras la novela de Julio Verne. Se encuentra en la isla de los Estados, gobernación de la Tierra del Fuego (Argentina). Tan solo estuvo en funcionamiento hasta el 1 de octubre de 1902. Fue reemplazado por el “faro Año Nuevo”, que se halla en la isla Observatorio, archipiélago de Año Nuevo.

Desde el primer momento se vio que su ubicación no era la idónea, ya que muchos barcos chocaron contra la costa o los islotes que lo rodeaban mientras intentaban localizar su luz. Servía como guía a los barcos que navegaban hacia el océano Pacifico.

Julio Verne idealizó el lugar y agregó la existencia de los piratas para que engañasen a los navegantes. En realidad, la ubicación de la luz los confundía.

Curiosidades

El 22 de julio de 1976 se declara Monumento Histórico Nacional el faro de San Juan de Salvamento por el decreto nº 1385.

En 1999 se derogó, ya que los restos originales del faro haban sido trasladados al Museo Marítimo y del Presidio de Ushuaia. 


José María Lima Reina
Administrador de losfarosdelmundo.com

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Comentarios

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  2. Encantado de haber participado en la difusión del patrimonio farero a través de una maravillosa novela del gran Julio Verne. Muchas gracias por la invitación. Saludos

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    1. Gracias a ti, amigo Chema, por aceptar mi propuesta y enriquecer la entrada. Un saludo!

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