La Adoración de los Magos es una obra de vital importancia en la producción del Bosco tanto por su calidad como por el buen estado de conservación en el que ha llegado a nuestros días. Se creó o bien para el altar de la corporación de los pañeros de Amberes, de la que Peeter Scheyfve era decano o, lo más probable, destinada a su vivienda particular.
Comitentes y reverso de las puertas laterales
El motivo de las puertas exteriores es la Misa de San Gregorio. Cuenta que, mientras el papa San Gregorio Magno estaba celebrando una misa, uno de los congregados se levantó y puso en duda la trasformación del pan y del vino en el Cuerpo y la Sangre de Cristo. En ese momento, el Papa defendió esa trasformación. En respuesta, apareció Cristo en el altar como Varón de Dolores o Cristo de Piedad surgiendo de un sarcófago y rodeado de nueve ángeles. Alrededor del cuerpo de Cristo, El Bosco pinta siete escenas de la Pasión, con la Crucifixión en el monte Gólgota, pintadas en el marco de las puertas y dispuestas a modo de retablo.
Tabla central
Cuando abrimos el tríptico dejamos atrás esos colores grises y entramos en un
mundo de colores vivos y luminosos. La escena donde se desarrolla la ofrenda de los Reyes está compuesta por contrastes muy
marcados. Por un lado, la pobreza y la ruina de la cabaña. Por otro, la riqueza de las vestiduras y los
objetos que llevan los Reyes.
Las vestimentas y las ofrendas de los Reyes tienen un significado muy importante. Melchor deposita a los pies de la Virgen un adorno de oro y perlas que representa el sacrificio de Isaac como prefiguración del sacrificio del propio Jesús. Gaspar ofrece mirra al Niño en una bandeja, aunque aquí hay que fijarse en la esclavina metálica que lleva sobre los hombros, que nos muestra a la Reina de Saba ofreciendo sus presentes al Rey Salomón. Baltasar porta en sus manos un recipiente para contener incienso en el que se representa a Abner, otro personaje bíblico, que se arrodilla ante el Rey David ofreciéndole que las tribus del norte de Israel se sumen a las del Reino de Judá. Encima del incensario está posado el Ave Fénix, que resurge de sus cenizas igual que Cristo resucitará.
Frente a la escena de la ofrenda tenemos una figura, en la puerta, vestida con una capa y un velo trasparente. Se trata del Anticristo. En la cabeza lleva un tocado muy engañoso, puesto que se trata de una corona de espinas pero que no se le clavan en la cabeza como a Cristo la suya, que sí era verdadera. Se remata con un tubo de cristal del que emerge una flor identificada como una verónica. Es de color azul, color relacionado con la Virgen y la salvación del mundo. Los personajes que aparecen detrás del Anticristo son feos y deformes, y simbolizan ese mal que se esconde detrás de cada tentación. También está relacionado con el Anticristo el búho que vemos oculto en el tejado.
Fuera de esta escena principal vemos seis pastores que observan la ofrenda de los Reyes y que representan al pueblo que aún no forma parte del cristianismo. La parte superior la ocupa un pasaje en el que tenemos, a la izquierda, una casa con un palomar y una bandera en la que se distingue un cisne. Este último nos da a entender que podría tratarse de un burdel. A izquierda y derecha los ejércitos cabalgan y, aunque no se sabe muy bien su significado, sus tocados de corte oriental sugieren que pudieran ser ejércitos de Herodes buscando al Niño para matarlo.
Tablas laterales
Las tablas laterales no tienen tantos detalles como la central, pero llama la atención la figura
de San José en el panel izquierdo. Está mirando directamente al espectador y lo curioso es que no está
en el lugar donde tendría que estar, que es en el pesebre. También, en ese mismo panel, aparece la
figura de un profeta a la derecha de la puerta, que remarca la diferencia entre la luz y la oscuridad.
En el panel de la derecha la composición es más sencilla. Sólo se representa a un hombre atacado por un oso y a una mujer huyendo de un lobo. Esto quizá simbolice la lucha del Hombre contra la Naturaleza.
Las tres tablas están unidas estéticamente en la parte superior por medio del paisaje con una línea continuada en el horizonte.
Tríptico de la Adoración de los Magos
El Bosco
Hacia 1494
Óleo sobre tabla
Museo del Prado (Madrid, España)
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