La edición 2024 de la Feria del Libro de Elche fue todo un éxito tanto de asistencia como de ventas, y gran parte de ese éxito se debe a un buen programa de actividades, con encuentros, coloquios y mesas redondas con escritores de todo tipo y condición. Entre ellas la que, para mi gusto, se llevó la palma fue la charla que mantuvieron Manuel Vilas y Benjamín Prado, con la moderación de José María Asencio y la música, la poesía y la historia como sugerentes premisas. Resultó tan interesante que me he tomado la libertad de compartir aquí mis anotaciones. Ya pudiste leer aquí las reflexiones de Manuel Vilas, y ahora le toca el turno a Benjamín Prado.
José Miguel Asencio: ¿Por qué Bob Dylan se negó a recoger el Nobel de literatura?
Benjamín Prado: No se puede ser Bob Dylan y normal. Dylan es un bicho raro que vive en continua gira, que no tiene tiempo para nada. Respecto al Nobel, al principio dijo que lo aceptaba encantado, pero le pilló de gira. Pero es que este tipo no va a morir nunca porque le va a pillar de gira. Luego sí que fue a la Academia Sueca, y hay una foto muy graciosa de él con una capucha puesta, como si en lugar de ir a recoger el Nobel hubiera ido a robarlo. Y, por supuesto, el dinero sí que lo aceptó.
JMA: Facundo Cabral, el vagabundo first class que siempre vivió en hoteles porque no tenía casa, decía: "gané tres discos de platino y cuatro de oro, y se los regalé a un taxista porque pesaban demasiado". Siempre hay gente un tanto curiosa.
BP: También está George Best, el mito del Manchester United, que dijo lo de "he gastado una fortuna en coches, mujeres y alcohol. El resto lo he derrochado".
JMA: Aprovechando esa referencia a la cultura popular, antes la clase alta cultural (que también era la económica), escuchaba a Brahms o Chopin, tenía un piano en casa y era deshonroso e inconcebible decir que también escuchaba música rock. Esto cambió y aparecen políticos como Jack Lang en Francia o Tierno Galván en España que comprenden que la música popular puede ser un medio útil para acercarse al pueblo. No sé que pensarás de esto, de la utilización por parte de los políticos de izquierda de la cultura popular para unificar a la juventud sin importar su procedencia.
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Foto: www.agenciamankell.com |
JMA: Pero la fusión está bien. Mira lo que hizo Queen fusionando la ópera y creando otro tipo de rock. También está el caso de Charles Bukowski, que decía que él escribía sobre sexo, drogas y mujeres mientras se emborrachaba con whisky y escuchaba a Brahms. Entonces, hablando sobre ello, ¿hay una igualación entre alta cultura y cultura popular hoy en día?
BP: En España tenemos un ejemplo muy importante de eso, como es Miguel Ríos y su Himno a la alegría, con la Novena Sinfonía de Beethoven. Cuando la grabó fue número uno en dieciséis países y fue la canción más radiada de la ciudad de Nueva York durante dos semanas. En la música es en el primer sitio en el que se han derribado todas las fronteras, de clase, de raza, de género, de estilo, de ritmo, ... Todo se ha juntado demostrando que es mucho mejor compartir que competir. Le tengo mucha envidia a los músicos por la generosidad que tienen unos con otros. De hecho, escribí un libro colaborativo invitando a varios autores (Almudena Grandes, Javier Marías, Enrique Vila Matas, ...) por pura envidia de los discos en los que aparecen unos músicos colaborando con otros.
JMA; De hecho, tú has escrito algunas canciones de Vinagre y rosas, el disco de Joaquín Sabina.
BP: Y muchas más de muchos más discos, pero porque los músicos me piden letras continuamente. A mí no me gusta escribir canciones, prefiero escribir poemas para mí porque los músicos siempre te quieren meter mano, pero no al culo sino al texto. Pero, por otro lado, escribir a medias con alguien siempre es una experiencia bonita para limar egos.
JMA: Querría preguntarte qué ocurre con las traducciones de las canciones.
BP: Con la traducción hay una equivocación. Se cree que traducir un poema es ponerlo en otro idioma, pero es mucho más que eso. Es reescribirlo desde otro idioma, y en ese proceso no hay por qué ser fieles al sentido literal de las palabras, sino al sentido general del poema. Cuando traduces un poema (y una canción es un poema directo a la oreja) lo que tienes que hacer es conservar la emoción. Hay mil traducciones de canciones inglesas de éxito. El español es un idioma mucho más duro que el inglés, es un idioma menos líquido, lleno de "tes" y de "erres" y de "emes", y es complicado trasladar la liquidez del inglés, que es el idioma de las "eses" y los apóstrofes, a la dureza del castellano. Hay traductores que hacen verdadera magia con las letras, y eso vale para una canción o para un poema.
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