El Jardín de las Delicias (El Bosco). Parte 3 de 4: la tabla central

Parece que representa un lugar idílico pero en realidad no lo es. Ni siquiera las relaciones entre personas, animales y frutos son normales. Para empezar, las construcciones tienen apariencia de riqueza, pero es una riqueza que no es sólida ni duradera. Algunas de ellas, aparecen craqueladas, lo que nos muestra su fragilidad y da a entender que no existe otro destino que el castigo del infierno. Por lo tanto, estamos ante un mensaje de lo frágil y efímera que es la felicidad que otorga los placeres pecaminosos.

En la parte superior el agua brota de una fuente azul dando lugar a la creación de cuatro ríos. Se relaciona, en su forma y composición, con la Fuente de la Vida de la tabla izquierda, aunque en este caso da la sensación de que se puede romper en cualquier momento; parece la fuente de una juventud que sólo se mantendrá durante un tiempo. En su interior, como la lechuza de la fuente del paraíso, aparecen escenas de sexo explícito entre un hombre y una mujer, además de unas nalgas simbolizando los peligros del pecado de la lujuria. 

En la parte inferior también observamos una esfera craquelada que forma parte de una estructura indeterminada y en cuyo interior también hay un hombre y una mujer en actitud cariñosa. Se puede interpretar la escena en clave de la fragilidad del matrimonio.

Las cuatro estructuras arquitectónicas que aparecen en los ríos están construidas mezclando elementos vegetales y materiales valiosos como gemas o perlas. La abundancia de tubos y probetas nos remitiría a un interés por la alquimia, pero también evoca construcciones arquitectónicas en los jardines de la corte borgoñona. Son construcciones fantásticas, una especie de montaña rusa con abundancia de aves y hombres que practican juegos equilibristas entre huecos y cavidades. Alrededor de la fuente y sus cuatro brazos podemos ver muchas escenas entre seres fantásticos y grupos de personas. Por ejemplo, dos hombres trasportan a un oso en un palo, cuyo cuerpo cuelga hacia arriba desafiando las leyes de la gravedad. Esto es una muestra más del afán de El Bosco por dejar claro que las cosas no son siempre lo que parecen. También hay abundantes juegos de grupo que se pueden relacionar con representaciones de entremeses teatrales, muy comunes en la época y que suponían una distracción en los largos banquetes de la Corte. Un ejemplo de ello sería el grupo situado en círculo que levanta una especie de fresa. En la parte contraria encontramos otro grupo que danza e intenta alcanzar un fruto del pico de un pájaro fantasmal.

En un punto medio de la composición, como un claro en un bosque, se representa un estanque con mujeres desnudas. Resulta curioso que algunas llevan aves en la cabeza, algunas de ellas pavos reales, que suelen vincularse con el maligno. A su alrededor gira con frenesí un grupo de hombres en distintas actitudes eróticas, montando a lomos de animales reales o fantásticos. Las aves, ramas o frutas que llevan los hombres en manos y cabezas serían el equivalente a los estandartes que los caballeros llevaban en los desfiles triunfales. No hay duda del significado del deseo y lujuria que muestran estos hombres por las mujeres que se están bañando en el estanque central, que parece ser el tema principal de la tabla.

En el plano medio y en el fondo de la composición reinan la geometría y el orden, mientras que en la parte inferior reina el caos y está compuesta por mujeres, hombres y animales de gran tamaño. Y es aquí, en la zona que está más próxima al espectador, en la que se desarrollan distintas escenas, alguna de ellas tan curiosa como en la que podemos observar a un pájaro alimentando a un hombre. Otro hombre en primer plano se lleva a la boca un fruto. Es uno de los pocos personajes que miran directamente al espectador, como incitándole a comer también, a disfrutar de la realidad de la obra. Otras escenas nos remiten a episodios bíblicos, como es el caso del grupo que recoge frutos del árbol y se los come a la sombra de un bosquecillo. Es fácil establecer una relación con Adán y Eva. Otro grupo próximo evoca escenas profanas, como esos hombres conversando en una especia de garita. Vemos también escenas con carácter erótico o escatológico que se presentan como divertidas estampas. Un ejemplo es el hombre que recoge (o introduce) un ramo de flores del trasero de otro que está agachado. En el ángulo inferior derecho destaca la presencia de una pareja en el interior de una cueva. Se ha querido ver en ella a Adán y Eva, a pesar de que hay un tercer rostro que los acompaña. La identificación se establece en parte por el parecido a una manzana del fruto que sostiene la figura femenina, así como en otro depositado junto a ella. Por otra parte, el personaje masculino es el único vestido de la tabla central. No todos los expertos están de acuerdo con esta interpretación, pero es verdad que esos personajes son distintos al resto. Están dibujados de manera que nos conectan directamente con la tabla del infierno.

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