El problema final (Arturo Pérez-Reverte)


 Me encantan las novelas de detectives. Las clásicas, las de Conan Doyle o Agatha Christie, en las que la inteligencia y la elegancia se anteponen, al contrario de lo que pasa con el género en la actualidad, a la víscera y el morbo. Así que cuando me enteré de que Pérez Reverte sacaba novela detectivesca me faltó poco para hacer palmas con las orejas. 

En El problema final (cuyo título hace referencia a uno de los relatos de Sherlock Holmes) trece personas se ven aisladas por el temporal en un hotel de una minúscula isla griega. Una de ellas es Ormond Basil, sexagenario actor británico célebre por haber interpretado años atrás a Sherlock Holmes en unas cuantas películas. Se trata de un trasunto de Basil Rathbone. Otro es Paco Foxá, un apuesto escritor de novelas policíacas baratas y gran admirador de Basil. Entre ambos se entabla una complicidad fraguada con conversaciones sobre cine y literatura.

Lo que parecía que iban a ser unos días de tedio se transforma al aparecer el cadáver de una de las huéspedes del alojamiento. Parece que se trata de un suicidio, pero ¿y si se trata de un asesinato? Ellos son los únicos habitantes de la isla en ese momento así que, de ser así, habría un criminal entre ellos. Ante la imposibilidad de contar con la policía debido al temporal, se encomienda a Basil investigar el asunto o, al menos, interpretar el papel que durante tantos años desempeñó ante las cámaras hasta la llegada de las autoridades.

Comencé esta reseña diciendo que me encantan las novelas de detectives. Ahora, ¿ha cumplido El problema final con mis expectativas? Pues haciendo un símil futbolístico, si en lugar de ante un libro estuviéramos ante mi idolatrado Efesé *, podríamos decir que se mascaba la tragedia pero, al final, llegó don Julián Calero ** para salvar los trastos. Y es que la novela tiene, en mi opinión, dos elementos que juegan en su contra. El primero es que cuesta ver como detective serio a quien es (como él mismo se empeña en decirlo) un simple actor. Además, no existe química con el Watson de turno, encarnado para la ocasión por Paco Foxá, más allá de interminables conversaciones sobre cine y literatura que están a un paso de llegar a lo caricaturesco por sobreactuadas o a lo inverosímil por sobredimensionadas. En ellas Pérez Reverte hace alarde de sus bastos conocimientos y de su minuciosa labor de documentación, pero por momentos la historia se pierde entre páginas en las que lo único que sucede son reiteraciones e intercambios de citas literarias entre Basil/Holmes y Foxá/Watson. Sólo dos o tres golpes de efecto consiguen que uno mantenga el nivel de interés necesario para no abandonar la lectura. 

Y esta perseverancia tiene premio, pues en los capítulos finales todo cobra velocidad en una trepidante cuesta abajo llena de curvas. Aquí descubrimos cómo el autor ha estado jugando hábilmente con nosotros y nos lleva a un desenlace sorprendente y muy bien hilvanado. Sin embargo, si me preguntas si recomiendo su lectura, te diré que sólo si eres fanático del género. No es, para mi gusto, lo mejor que se ha sacado Pérez Reverte del magin.

* Apelativo con el que se conoce al Fútbol Club Cartagena, equipo no apto para corazones sensibles. 

** Algunos dirán que es un entrenador de fútbol español. Otros sabemos que es un semidios. 

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