Realizado en 1927, el título, según declararía el propio autor, estaba sacado de unos manuales psiquiátricos que había estado manejando durante esos días con Breton , del cual ambos habían seleccionado historias de pacientes para titular cuadros. Nada más leer el título, visualizamos en nuestra cabeza un terrible drama familiar. Pero solo en nuestra cabeza. Miramos el lienzo y no encontramos nada: ni padre, ni madre, ni criatura desesperada que grite estas palabras. Buscamos y rebuscamos una mínima referencia que relacione el título con la obra, intentamos asignarles roles a esas formas extrañas que ha pintado el artista, pero al final no nos queda más remedio que tirar la toalla. Sonreímos al darnos cuenta de que nos han tomado el pelo, que estamos ante uno de esos típicos títulos surrealistas absurdos. O quizás no. Porque gracias a este truco de prestidigitador, Tanguy ha conseguido que nos paremos frente a un cuadro y lo analicemos milímetro a milímetro tratando de comprender su
- Obtener enlace
- Correo electrónico
- Otras aplicaciones