Pues qué quieres que te diga. Con todo el respeto que me merece Guillermo Del Toro aún me lo merece más la gran novela de Mary Shelley , y lo que ha hecho el mexicano con su reinterpretación de la misma no tiene perdón. Al menos en la corte donde imparte justicia mi particular gusto cinematográfico, en la que el fiscal ha presentado numerosas pruebas irrefutables de que estamos ante un delito y no menor precisamente. Es que no puede ser. Lo primero, y más sangrante, es que no puedes convertir al monstruoso engendro que creó Víctor Frankenstein en un apuesto maromo porque, ya sólo con eso, le quitas gran parte de sentido a la historia, pues ésta se asienta sobre la imposibilidad de la criatura de relacionarse con la gente por su espantoso aspecto. Pero es que, además, tampoco puedes convertirlo en un ser cuasiinmortal. Esto no es Superman, sino Frankenstein, a ver si nos situamos. Continuando con los cargos, tampoco puedes ofrecernos un Víctor Frankenstein enajenado, m...
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